Mika ama profundamente a Ostwind pues a pesar de tratarse de un animal, para ella simboliza una gran amistad de muchos años. El reencuentro entre estos amigos no se hace esperar, de inmediato Mika nota algunas lesiones en el potro que la llenan de interrogantes.
Para su sorpresa el corcel desvía su camino para coincidir con una hermosa yegua perteneciente a Milan, un joven aldeano que intentará ayudar a Mika a conseguir ganar la carrera de caballos a la cual se ha inscrito, aunque dicho gesto habrá valido para ganarse el corazón de esta joven aventurera, con deseos de superación.