Rose, que vive una solitaria y apacible vejez, recibe la visita de su hija Patty y su nieta Allison. Esta última es fotógrafa y cuando por casualidad encuentra en el trastero de su abuela unos carretes de antiguas fotografías no puede evitar el deseo de revelarlas. Es entonces, al contemplar Rose esas instantáneas, cuando comienza a revivir una parte de su pasado que siempre ha estado vivo en su interior pero que nunca ha tenido ocasión de confesar.
Y es en esa recreación del pasado, que se alterna con momentos del presente, cuando la narración adquiere más fuerza a base de pura emoción.
Siempre tienen un punto de fascinación los flash-backs cinematográficos donde algún personaje en el ocaso de su vida rememora sus tiempos de gloria, de belleza y de juventud durante una época dorada y glamurosa en que el estrés podría considerarse casi de mal gusto.
Pues bien, aquí esa fascinación resulta inevitable. Rose, entonces una dulce ama de casa de los años 50, cae rendida de deseo y admiración por la extravagante y audaz Louise, una artista que no conoce límites a su creatividad y a sus poderosas ganas de vivir.
El resultado, como no puede ser de otra manera, es tan tierno y bello como sus protagonistas. ¡Pasen y vean!