Un día metes todo lo que cabe en una maleta y dejas toda tu vida atrás: trabajo, familia, amigos e incluso el piso en el que vives. Y un día te despiertas en la furgoneta que se ha convertido en tu hogar cerca de la frontera entre México y EE.UU. Y ya con cincuenta años miras atrás y te preguntas si merece la pena tanto sacrificio por ser una estrella del rock. También si es la última oportunidad de dar marcha atrás, o bien de sumergirse para siempre en las tentadoras aguas del underground.