La única detective privada femenina de Toronto en la década de 1920 se hace cargo de los casos que la policía no quiere o no puede manejar. Desde los avionetas y el alcohol que corren hasta los hombres estadounidenses, los comunistas y los destructores sindicales, la intrépida sensación de aventura de Frankie la mete en todo tipo de problemas, pero siempre logra encontrar la salida.